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domingo, 9 de enero de 2011

Juana

Era una noche triste, desbocada,
dejó a los niños durmiendo bajo el techo de paja
donde alimañas hicieran su nido desparejo.
Juana entretejió su trenza y la enroscó en su espalda
color de tierra, color de pueblo marginado,
donde precoces surcos, acusaban una edad apresurada.

Ella sabía que decir no, era un verdugo cercenador de vida,
asesino de estrellas, de alboradas,
asesino de todo.
                        Asesino.

Ante su paso, frotándose las manos
el proxeneta ladino, prepotente,
preparando  caricias no deseadas
producto del instinto exultante
de las fieras,
frenó su paso,
con el concepto del “patrón” cazando presas,
como dueño feroz de madrugadas.

Juana fue p’a la maquila engullidora
secándose una lágrima furtiva,
odió el dolor que como ataque de dioses
del averno,
contaminó su cuerpo llenándolo de heridas.

Juana perdió las hojas de su historia
entre los hilos de la tela ajada.

A la mañana siguiente, un arco iris
iluminó su cadáver
que aún hablaba,
como el de tantas Juanas
hoy en día…

2 comentarios:

  1. Qué tremendo drama de dolor, silencios,vejámen y muerte...lamentablemente no es una simple creación, es una realidad que marca a muchas y muchísimas Juanas del mundo...
    Vergüenzas que quisieran ser sólo pesadillas.


    Abrazos miles.

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  2. Excelente tragedia cotidiana contada con elegancia sin perder la esencia de lo cruel que resulta, a veces, este mundo ajeno donde vivimos. Un placer leerte. Si te asalta el tiempo, pasa por mis letras.
    miislabajolapiel.blogspot.com
    Te sigo. Un abrazo de Antonia.

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